2012/01/11

El ombligo del tiempo

No hay una línea muy bien diferenciada que nos diga las respuestas. Nos empeñamos en ir buscando las respuestas de nuestros fallos, de nuestro fracaso hacia las personas que queríamos, que se nos van inevitablemente. Pero a veces la vida, que es sabia e hija de puta como nadie, nos coloca en un determinado momento, en un cruce, en una parada, en un término, nos coloca a esas personas para que reaccionemos. Es lo que llaman todos un momento tenso, una situación que prefieres agarrar y salir corriendo para que no dure demasiado en la cocotera, pero bien es sabido que es inevitable pensarlo, si al menos se es humano, se es coherente con los sentidos, gilipollas hay en todos lados también es verdad, pero va, pongamos algo de fe -ciega-. Escuchar es la pieza clave, nadie escucha. Todos nos preguntamos ¿Qué le hice?, ¿Por qué me hace el ataúd?, es claro, los clavos estaban comprados hace tiempo. La pregunta, las preguntas, carecen de sentido. El espejo de uno mismo es nuestra manera de expresar, de vivir la vida, es eso lo que nos sitúa en el tiempo, sabio manipulador de manecillas y de corazones perdidos. Sé que cada persona tiene su momento, que quizás la nostalgia alimente la felicidad de aquellos días. Sé que lo que hay ahora es precisamente lo que nos toca, lo que más afín va con nuestro pensar, con nuestro ser actual, concordando con el sentido de bienestar. Y cuando eso pasa, uno conoce realmente donde está, lo que es, hasta que la vida vuelva a dar un giro hacia alguna parte. Este texto va para aquellos y aquellas que ocuparon unas páginas de algún libro que escribimos, porque si, lo que sucede no es fruto del olvido, es parte de nuestro futuro, y desde ese futuro os digo que tengáis suerte, y que si la vida nos brinda ese parabólico destino, nos volverá a colocar en el camino, o no, no obstante, sabed que os quise, os quiero y os querré. 

Luigi.