"Infierno de Cobardes": Los Demonios de un pueblo fantasma

El maestro Clint Eastwood, nos dejó con su Ópera prima, la genial "Escalofrío en la noche". Tras ella, volvió a subirse a la silla de director para ofrecernos un Western a la vieja escuela, lleno de influencias de Leone, pero con su habitual toque critico y subyacente. "Infierno de Cobardes". La historia cuenta la llegada de un Forastero (Clin Eastwood) que llega a caballo ante la tumba de un antiguo Sheriff, Jim Duncan, en la ciudad fronteriza de Lago, en el Sudoeste de Estados Unidos. Los propietarios de la compañía minera de Lago, Dave Drake (Mitchell Ryan) y Morgan Allen (Jack Ging) obtienen el apoyo de los vecinos de la pequeña ciudad para contratar al Forastero. Debe proteger a la comunidad contra tres pistoleros, cuya llegada se hace inminente al haber sido liderados tras cumplir condena por acusaciones falsas de la compañía minera Drake-Allen. El Forastero acepta el contrato a condición de llevarlo a cabo a su manera y, entre otras cosas, pide que pinten el pueblo entero de color rojo y que le cambien el nombre y pasa a llamarse "Infierno". El guión de Ernest Tidyman es un cúmulo de referentes no solo al Spaguetti Western (sobretodo en su comienzo, con esa peculiar manera de presentar al pueblo y al propio forastero, o los diálogos tan tajantes y sospechosamente influenciados por el cine de Leone) sino que hay todo un metafórico subtexto donde el infierno, los demonios y la propia historia de los Estados Unidos están en el contexto principal de la película. Es por ello que Eastwood representa a un demonio que llega al pueblo entre la bruma desértica, borroso, y se va igual (desapareciendo con un representativo fundido y una melodía bastante inquietante), un demonio que pone la justicia al pueblo, pero a que precio, llenando las tentaciones, dando el giro a los habitantes del pueblucho, y marcando la autoridad. Dentro de la historia, esa anarquía e idiosincrasias de los habitantes de Lago, representan una cobardía (alimentado por el miedo de los poderosos o villanos) e intereses muy ruines, algo que de refilón, toca a la sociedad Americana, y que creo que no está puesto ahi por ninguna de las casualidades del mundo.

La mujer, sale algo perjudicada en el libreto, ya que los dos personajes femeninos caen en la tentación de los demonios, y se venden como prostitutas durante todo el metraje, quizás otra alegoría más en la que no quiero profundizar mucho, pero de la que denoto cierto grado de misoginia, justificada eso si. La parte inicial es sencillamente magistral, esos primeros minutos donde Eastwood y la cámara recorren el pueblo, donde se deja claramente visible el tono de la historia y la dureza de sus personajes. Eastwood pinta de rojo el pueblo, lo convierte en un infierno de cobardes, para que sus tres villanos vengadores (por cierto, a uno de ellos Eastwood le arranca una oreja, otro elemento bíblico) reciban su propia medicina. A diferencia quizás de "Por un puñado de Dólares" ( del que comparte muchísima similitud con aquel de Sergio Leone), aquí ningún personaje, incluído el protagonista, es bondadoso, humilde o héroe. Todos los personajes están expuestos a la denigrancia del infierno, adjudicando la justicia por métodos poco ortodoxos (solo hay que ver a Eastwood en un par de ocasiones donde los propios pueblerinos van a cargárselo y como acaba con ellos sin importarle un comino lo que se lleve por delante). La crudeza de la historia y la metáfora del infierno (el fuego del final, otro ejemplo) dentro de el pánico, la indiferencia de un pueblo entero dejado de la mano de Dios, y la clarísima continuidad del personaje de Eastwood hacia lo que Leone le ofreció, demuestran que el guión es una completa maravilla cinematográfica, muy disfrutable, tremendamente alegórica siendo un Western. Y no solo Clint Eastwood, nos deja otra memorable interpretación ruda y carismática de sus particulares jinetes o pistoleros justicieros del viejo Oeste, su trabajo aquí es muy destacable también detrás de la cámara. Eastwood recupera la vieja escuela de Leone, y la aplica a sus ya por aquellos tiempos definidas formas como director. Es una gozada verlo encuadrar de esa manera (cada plano representa un encuadre muy pictórico y representativo, los ángulos representan la estabilidad o no, del pueblo y los elementos como el color rojo de pueblo, el viento al principio con esos eternos silencios o el fuego en la noche al final, son la atmósfera perfecta donde Eastwood expone su paradigmática y excelente visión. Eastwood demuestra pues, una perfecta puesta en escena, muy rica, para nada carente de ritmo o dinamismo (todo lo contrario) y como en su anterior y primerizo film, homenajeando a sus maestros, pero aquí ya perfeccionando sus primeras flaquezas técnicas, que Eastwood sepa rodar un Western no es fruto de la mera casualidad, es pura escuela. La música original de la película, corre a cargo de Dee Barton, un score claramente Morricone, con inquietantes y distorsionadas guitarras que ponen más incluso de manifiesto el toque siniestro al film, muy buen score.

En resumen, "Infierno de Cobardes" es una joya del Western, no porque aporte un contenido que difiera de lo que Leone mostró en su día (de hecho lo continúa de manera descarada) sino más bien porque el toque crítico de la atenta y detallística mirada de Eastwood lo elevan a una categoría que lo suben un poco más y lo caracteriza de manera especial. Todo lo que un cinéfilo de verdad quiere ver, quiere rebuscar en el subtexto, y quiere disfrutar pegado a la butaca con un bidón de palomitas están dentro de esta pelicula, así que no queda más que otorgarle un merecido 10, y recomendarla encarecidamente.


NOTA:10/10
RECOMENDACIÓN: Cinéfilos. Amantes del Western. Ver en V.O.S.E.
DURACIÓN: 105 min
AÑO: 1972
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