2010/08/05

Arrastrada

Se vio ensangrentada, invadida por el recelo, por el tejemaneje de los sentidos, de los retales del nervio y la vejez de sus pensamientos. Se sintió desnuda al alba sin nadie a quien darle los buenos días o sin alguien a quien despreciar batiendo el aire con sus dedos. Sufrió por el reflejo de la inocencia, de la belleza de otras miradas. Sucumbió al esoterismo y decidió erradicar libremente, en su derecho. lleno sus manos de agua que se escapaban entre sus dedos, se ensució los pies de granos de arena, y ensució su cama con olores carentes de nostalgia. Leyó libros que hablaban de la corrupción humana. Fumó sus cuarenta vidas en una de un tirón. Sumó impulsos y le salieron a deber. Talló sus siglas en un anillo curvado. Vendió su cuerpo a su alma, y ésta la engañó. Escuchó una canción vanguardista, pero demasiado vieja para sus oídos. Suspiró. Inspiró. Se alimentó. Ganó dinero. Se lo dieron. Tuvo cuatro gatos ciegos. Expiró en los hilos que sustentan el intelecto. Quemó todos sus recuerdos, guardó las facturas y selló al alquimista para así después sacarlo de su jaula, en otro contexto, en otra lengua, en otra vida.