2010/08/17

"Vampyr": En la sombra

Hoy tengo el gusto de hablaros de una genuina e inquietante película del año 32. "Vampyr" (en español tiene un título horrible, así que lo obviaré) film alemán (expresionista) de culto dirigido por Carl Theodor Dreyer. Una joya que en su día, fue un estrepitoso fracaso, pero que a día de hoy, está considerada como una de las obras cumbres del cine de aquellos años y sobretodo, un referente en el género vampírico de verdad. Un joven viajero, de descanso en un extraño castillo, comienza a ver extrañas visiones, y descubre una mujer inconsciente que ha sido atacada por un vampiro en forma de bruja. Tremendo el visual (aunque hay diálogos, son escasos) libreto del propio Carl Theodor Dreyer acompañado por Christen Jul en la adaptación de la novela de Sheridan Le Fanu. Dreyer y Dul, crean un mundo un tanto desconcertante, partiendo del terror más primigenio y oculto en las sombras. Uno de los puntos más importantes del film, es dar poca información (inclusive visual) y sugerir mucho con sombras, con gestos, con trucos en los ángulos, todo está bien metido, que el onírico, por momentos lírico mundo y terrorífica atmósfera del film consigue sacar a la luz la inexplicable experiencia que es ver ésta película. El tema vampírico se utiliza como método conspirador y en la pura sombra dentro del film. El miedo de la familia del castillo, de las hijas enfermas (perfectas por cierto, en ellas la ingenuidad y la maldad se dan la mano de manera impecable), donde nuestro protagonista se mete de lleno en un turbulento mundo de sombras llegando a la mítica posada (Dreyer inquieta con la llegada de un barco y el posadero en el muelle con la guadaña, representando malestar, muerte, desolación, descolocando directamente al espectador, haciendo partícipe que estamos dentro de un mundo extraño, descolocado en el tiempo y geográficamente nulo).

Dreyer se toma el tiempo que necesita para ir descubriendo los misterios poco a poco, y aunque a día de hoy, la trama a base de cuentagotas es bastante evidente, la resolución de cada pasaje es magnífica y nada típica, insuperable también para nuestros días, diferente. El elemento fantástico se hace gala a través de dos personajes claves, el doctor (que tiene una cara de mala leche ya desde su primera aparición) y la anciana bruja (acojona de verdad), luego el elemento que conoce el espectador sobre el vampirísmo, se va revelando a través de un diario, donde el protagonista irá comprendiendo los entresijos de los asesinatos y misterios que asolan al pueblucho y sus pocos habitantes (magistral recurso por cierto, que se ha ido perdiendo, o cambiando por las voces en off en nuestros días). Nuevamente, y la maravillosa manera de sugerir visualmente (sin ser visceral nunca) es lo más tenebroso del relato. Dreyer mueve su cámara casi con una soltura inusitada (hablamos de un film del 32), enfocando a los personajes, utilizando las sombras, planos inversos, la sobreexposición de las imágenes (en la parte final, por cierto, lo mejor del film está en esas vistas subjetivas del ataúd, y la resolución con el doctor en el campanario o la barca atravesando la niebla con el protagonista y la damisela). La imaginación del realizador y la creatividad de todos y cada uno de los planos son impecables, una exquisita dirección que muchos a día de hoy deberíamos analizar y aprender, pues en lo más oculto, sugerente y lleno suspense está la verdadera razón de ser de la narración, de contar una historia y llegar a sentir todo tipo de cosas al ver las imágenes. Dreyer era un artesano, y sabía que este elemento serviría para hacer creer su historia al espectador con una maquinaria (que se para simbólicamente en el plano final de la película) exquisita en detalles y misticismo.

El reparto está perfecto. No hay sobreactuaciones debido a la falta de medios sonoros, pues la imagen funciona perfectamente sin ellos. Aún así, las actuaciones son tan intemporales que parecen perfectas incluso en 2010. Ahí tenemos a Julian West en el personaje de Allan Grey, que nos guiará con sus miradas a la grotesca y tenebrosa historia, protagonista bien definido, de pocas palabras y gran decisión, genial. Mención aparte para las ya comentadas damiselas del castillo, ambas se comen el plano, en especial Sybille Schmitz, que tiene uno de los momentos más terroríficos de la película (su cara representa al diablo en estado puro en esa escena particular), Rena Mandel también perfecta, su posición naif, su rostro nórdico (aunque la chica sea Alemana, ya me entendéis) tan impoluto es de una dulzura especial, que adolecen perfectamente el sufrimiento y la belleza onírica que quiere exponer también el film a modo de introspección, perfecta. Del resto, destacar al misterioso doctor (personaje carismático y expresionista donde los haya, genial y alucinógeno) interpretado por Jan Hieronimko, y la anciana, la bruja (por cierto, la escena de brujería del final es muy original, ya que con las luces, unos pocos efectos sonoros y la sobreexposición se consigue muchísimo) interpretada por la anciana Henriette Gérard, apuesto a que es el personaje más oscuro, tenebroso y terrorífico que yo recuerde en mucho tiempo, todos esos adjetivos son aplicables de una manera casi clandestina, su corta aparición es justamente lo que genera tanto terror interior, tanto para la propia historia como al espectador. Un reparto sensacional, perfectamente dirigido, memorable.

"Vampyr" es una película especial. No es la más destacada de su generación (ni falta que le hace) ni tampoco es perfecta (ni falta que le hace). Pero si que es una película que todo cinéfilo de verdad, y esos que dicen ser fanáticos de lo fantástico y vampírico deberían asomarse a ver. Su escasa duración (hora y poco) y sus magistrales formas, son un aliciente de más para vivir toda una experiencia casi de ensoñación, os lo prometo, queda recomendada. Un 10.

NOTA:10/10
AÑO: 1932
DURACIÓN: 70 min
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