2008/07/12

Sydney: Club declive del azar

Última película que me quedaba por ver del maestro Paul Thomas Anderson. "Sydney" o "Hard Eight", ópera prima de Anderson, un film frío, distante y en ocasiones incomprendido por estos elementos, una curiosa manera de iniciar una carrera cinematográfica brillante.

En un casino un apostador con mucha experiencia, conoce a otro totalmente inexperto y surge entre ellos una gran amistad, El apostador inexperto se enamora de una prostituta del casino, con lo que comienza el verdadero juego de azar.

Como viene siendo habitual, el propio Paul Thomas Anderson se infunda en las labores del guión y acierta bastante. El libreto cuenta con una introducción y nudo totalmente pausado y distante (aunque en el mismo nudo haya un giro determinante que cambia la concesión de todo el film), presentando bien a los personajes con unos diálogos muy preparados y equemáticamente escritos para no desvelar toda la información de golpe hasta lo que para mí representa el pelotazo de la línea argumental de "Sydney", el fantástico desenlace. Estaríamos hablando de una historia atípica en su contenido pero no a simple vista, ya que todo parece ajado, premonitorio pero a su vez nuevo, es una de las virtudes del libreto, habrá momentos que no hará falta la justificación inmediata, llegará el desconcierto, con él el desasosiego más electrizante que hace que el espectador no despegue ni un segundo los ojos de la pantalla para ver como termina todo. Si hablamos del mensaje más interiorista del film, podremos decir que todos los personajes carecen de una autoestima baja, intentan cambiar su forma de ser siendo algo que no son, y siendo lo que de verdad el tiempo les demuestra lo que son, así como el azar. Curioso que todos los detalles que perfilan las acciones del libreto provengan de un desliz y cierta estupidez humana que lleva a liarlo todo, como en las grandes obras maestras, todo en calma hasta que el pico empieza a elevarse, para más tarde volver a derrumbarse, eso si, Anderson cierra ocultando sentimientos, poniendo máscaras a sus personajes y ocultando la verdad en casi toda la película al espectador (como pasa dentro de la historia y los personajes), un golpe maestro para un guión primerizo. La verdad, sin ser un guión sobresaliente, si que recuerda a buen cine, a saber tratar la historia,contado desde la frialdad más álgida como pocas veces se ha visto en una pantalla de cine.
Vamos con el repartazo del film, para empezar el indiscutible alma del film que da nombre también la película, el papel de Sydney interpretado por un antológico Philip Baker Hall, un papelón que da muchísimo juego con TODOS los personajes del film y que Hall interpreta a la perfección con un completísimo juego de miradas y sentimientos sin decir muchas palabras, genial. Un amiguete habitual de Andreson, en el papel del "aprendiz" de Sydney, John C. Reilly quizás un poquito desmesurado en escenas puntuales, pero por lo general cumple bien. La chica, una Gwyneth Paltrow muy entregada y bella, de lo mejor que vi de ella, me ha impresionado, supongo que aquí la dirección tiene mucho que ver. Destacar también el papel secundario y oportunista de Samuel L. Jackson, que interpreta un papel típico de Samuel L.Jackson, que va perfectamente dentro del film. Y no me dejo el pequeño cameo del SIEMPRE EXCELENTE Philip Seymour Hoffman, que borda hasta su pequeña aparición dentro del film, este actor es la reostia. Un reparto muy bien introducido y representado dentro de la película, me gustó.

No hace falta decir ya a estas alturas, que la dirección de Paul Thomas Anderson es sencillamente el 70% del film, un alarde de personalidad y saber hacer que llena el cuadro de una realización impecable. Desde el plano inicial con la dolly-cam (esos generales que se mueven hacia los personajes tan característicos), los planos secuencias de seguimiento con la steady (tiene un par de ellos impecables, a destacar el que sigue a Sydney dentro del casino), las conversaciones, con planos cerrados centrando mucho la atención (y como no, dejando de piedra al personal con los cambios de cámara) en los actores y el entorno, y la magnificencia del cine de Anderson, el montaje hacia el final es un enlace entre dirección, edición y música que parece ser magia. Una dirección novel muy por encima de la media, no es lo mejor (técnicamente hablando) que Anderson ha rodado, pero sin duda es muy pero que muy sobresaliente (ese plano final merece todos los aplausos del mundo). La música, corre a cargo del habitual compositor del director, el extravagante Jon Brion que ayudado esta vez por Michael Penn, componen un score que pasa desapercibido pero que va perfectamente con el film en todo momento sin perder los papeles. Lo que destaco: Los giros del guión y el perfil de los personajes, la frialdad del film en general, Paul Thomas Anderson tras la cámara. Escenas: La que abre el film, los planos de seguimiento que muestran a los personajes haciendo labores costumbristas pero que realmente expresa la crudeza de la historia, la secuencia del secuestro, el final con todo el lío del personaje de Samuel L.Jackson con un montaje muy propio del cine de Anderson.Y como no, el INMEJORABLE plano con el que cierra el film, metafórico y muy significativo. Lo que menos destaco: Los primeros minutos parecen que no cuentan nada (al igual que pasaba en "Boogie Nights"), John C. Reilly está a medio gas.

En general, "Sydney" es un film que se toma su tiempo para contarnos la decadencia del azar, con unos personajes muy distantes y fríos, un guión muy bien escrito que no roza la perfección, pero ni falta que le hace. Sencillamente si te gusta Paul Thomas Anderson, el film te gustará, siéntate y disfruta de la primera película del director más peculiar de nuestro tiempo. Un 8,5.

NOTA: 8,5/10
RECOMENDACIÓN: Fans del director, amantes de las historias atípicas y algo dispares.
DURACIÓN: 102 min.
AÑO: 1996
Ficha en IMDB


1 comentario:

DASKABE dijo...

Tengo muchas ganas de verla; parece 100 % Anderson.

A ver si me la pasas wey.